martes, 14 de mayo de 2013

XXI Martivs


Era una noche como otra cualquiera. Nadie esperaba que ese día cambiara todo lo que un día empezaste, todo con lo que habías soñado, todo lo que habías pensado para tu futuro.
Yo iba dispuesta a comerme el mundo. Era mi semana de “menos pensar y más chupitos”. Me había repetido cientos de veces esa frase, que pasara lo que tenía que pasar, fuera lo que fuese y significara lo que significase eso. Tú sonreías y reías con los demás como siempre, hablábamos como tantas otras veces, nos dejábamos llevar por la noche, por el alcohol, por el furor. Nunca imaginamos que tanto dejarse llevar nos llevaría hasta aquel punto.
No dejábamos de hablar, no nos queríamos separar el uno del otro, nos confesábamos cosas que nadie sabía, cometíamos actos incontrolables de locura. Recuerdo como me cogiste para que no pisara el charco. Supongo que no lo sabes, pero ya era tuya desde aquel momento.
Después empezamos a bailar, aunque al principio estabas reacio a ello. “No sé bailar”, dijiste. “Todo el mundo sabe bailar”, contesté. En realidad, no sabías. Sin embargo, fueron los mejores pasos de baile que recuerdo.
“Esto no está bien. No quiero que mañana te arrepientas”, dije. “No estamos haciendo nada”, contestaste. Con esas palabras lo dijimos todo y no dijimos nada.
Lo que pasó después, solo tú y yo lo sabemos… Fuimos presos del momento, de las ganas, de la pasión, de la locura. Aquel día no pensábamos lo que hacíamos, actuábamos sin más, dejándonos llevar por el frenesí.
Pensé que todo terminaría con eso, que sería un buen recuerdo que guardar. Una noche loca con el chico de la sonrisa bonita. Supongo que tú también lo creíste.
Sin embargo, aún había más partes que escribir.     

Y aquí me encuentro, tiempo después, esperando a que me digas en qué parte de la historia estamos, si habrá un “Y fueron felices y comieron perdices” o un trágico final.
Rememorando los besos que me has dado como si fuera lo único a lo que poder atarme, los abrazos, las sonrisas, las caricias, como si fueran mi mástil en una noche de corriente.
Sigo aquí, pidiéndote algo que jamás te he dicho, una oportunidad. Una ocasión para demostrarte que puedo hacerte todo lo feliz que me haces tú cuando ni si quiera te das cuenta; que puedo hacerte reír, como lo haces tú con tus tonterías; que puedo hacerte temblar, como tiemblo cuando me acaricias; que puedo hacerte sonrojar, como aquella vez que me preguntaste que si quería una cita.
Intentado explicarte que puedo ser tan mimosa, que necesitarás una espátula para separarte de mí; que solo necesito tu sonrisa para sonreír; que todo aquello cuanto quieras, siempre que esté en mi mano, será tuyo; que quiero abrazarte cada noche para que no pases frío, como aquella vez esperando al bus.
Y a cambio de todo esto, ¿qué te pido? TÚ. Solo te quiero a ti, lo demás sobra, ya vendrá todo aquello que necesitemos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario