Yo soy así

Tengo la suerte de tener buena educación, decencia, compasión, de ser respetuosa. De saber callarme, aunque parezca mentira porque siempre se me va la fuerza por la boca y reconozco que me gusta discutir por chorradas.
Tengo la suerte de tener entereza, aunque me desplome y me hunda con facilidad, siempre salgo a flote, luchando de a poco y gracias a las personas que tengo al lado. Tengo la suerte de tener integridad, aunque mi moral no siempre guste o pueda causar estragos.
Tengo la suerte de ser plausible, bondadosa, de tener paciencia, de mantener mi posición aunque haya personas que intenten alterarme y sacarme de mis casillas.
Tengo la suerte de carecer de maldad, de confiar en las personas, ayudar a quiénes lo necesitan aunque me hayan fallado o hecho daño.
Jamás dejaría a un amigo en la estacada, aunque el tiempo y los daños me hayan demostrado que no es tan buen amigo como pensaba.
Sé perdonar, olvidar, y lo he demostrado mil veces.
Aunque diga ser rencorosa jamás he pagado mi dolor con la misma moneda. Me rodeo de gente porque me gusta, soy sociable, pero tengo trillones de defectos.
Soy pesimista, no creeré jamás en mí misma, soy demasiado confiada, puedo ser muy borde, me enfado con facilidad aunque se me pasa igual de fácil.
Soy torpe, me choco hasta con las paredes de mi casa, soy despistada, soy vaga, soy pasota. Puedo estar semanas sin hablar con mi mejor amiga, pero siempre me acuerdo de ella.
Soy demasiado dependiente de mis padres, en especial de mi madre, no sabría qué hacer si ella se fuera de mi vida.
Soy sincera, a veces demasiado, y como me decía y me dirá mi gran profesor de griego: eso no siempre es una ventaja.
Soy caprichosa, lo quiero todo y lo quiero ya. A veces no me doy cuenta de lo que tengo, aunque jamás lo desprecio. Puedo ser muy empalagosa, pero no te acerques a mí si tengo el día torcido. También puedo ser muy despegada y me agobio con mucha facilidad.
Hago una montaña no, una cordillera de un granito de arena.
Vivo al límite, con mis propias normas éticas y morales, y de la misma forma que doy trillones de oportunidades a ciertas personas por guardarlas un cariño especial, a otras no les daría ninguna.
Tengo el defecto y la virtud al mismo tiempo de no juzgar a la gente, ellos sabrán el por qué de sus acciones. Pero eso me juega malas pasadas, pues justifico a las personas cuando me hacen daño.
Me rodeo de personas, eso me gusta. Pero es un problema porque cada vez que alguien me decepciona, me defrauda o se marcha de mi vida, se va un pedazo de mí.
Me vuelco demasiado en los demás, tanto como para olvidar las heridas que me causaron, aunque algunas me llegaran a lo más profundo de mi alma.
Y es tal mi devoción por las personas que me acompañan o me han acompañado en la vida, que hago de sus problemas míos y que sigo preocupándome en la distancia, por personas que me abandonaron a mi suerte.
Mi otro gran defecto: creo en el amor, pero un amor que nadie entiende, y creo de forma desmesurada. Cuando le entrego mi corazón a alguien, me vuelvo ciega. Y enamorarse... Para mí sólo hay un amor en la vida, que pasa una vez, en un momento determinado, y todas las demás relaciones y decisiones de la vida te han abocado a esa persona, a conocerla, a darla la oportunidad de formar parte de tu historia, de ti.
Así que si me enamoro, o estoy enamorada de verdad, nunca dejaré marchar a esa persona.
Ese es otro gran defecto, estoy loca, y como loca vivo las relaciones con pasión y entrega desde el minuto uno.
Y ahora que sabes de mí, atrévete a juzgarme, pero recuerda: yo jamás te juzgaré, no es mi estilo.