A lo mejor no entendiste lo que
te quise pedir… No quise que fueras perfecto, ni el príncipe azul que sé que no
existe, simplemente te pedí que me dieras esa fuerza que necesitaba cuando las
mías empezaban a flaquear, que me escucharas cuando en mis palabras intercedían
las lágrimas, que me calmaras con un abrazo, un beso, un te quiero.
Sé que es complicado, pero también
te pedí que a veces te pusieras al otro lado, viendo cómo me sentía, como la
soledad me consumía, la inseguridad, los miedos, la falta de autoestima y a
veces la sin razón. Y que ante eso, supieras actuar, a mi lado.
Puede que creas que te pido
demasiado, pero es todo lo que yo estoy dispuesta a hacer por ti, sé que no
somos iguales, pero si yo tengo que acostumbrarme a tu frialdad constante y tu
falta de cariño, que a veces parece incluso, falta de sentimientos, por qué tú
no podrías, por una vez, actuar de acuerdo a lo que yo haría o me gustaría que
hicieras.
Te pedí la seguridad, la
tranquilidad, el bienestar, la paz, la calma que se siente cuando no se tiene
que estar luchando todo el tiempo porque parece que nada es suficiente para
conquistarte. Puede que en este sentimiento, esta angustia de tener que ganarte
cada día, la crearas con tus actos, pero yo no tengo menos culpa, pues fui
parte de ellos o bien quise permitírtelos.
Y ahora… ya no sabemos lo que
somos, porque no podemos ser los mismos que antes. Yo, porque no siento esa
tranquilidad… esa plenitud, que sentía en noviembre y principios de diciembre,
y tú, porque conforme a mi cambio, te has distanciado, y además, al ver que
estoy a tu lado, parece que has olvidado que puedes perderme.
Ya no somos los mismos, aunque
luchamos cada día para superar todo, muchos de los problemas, creados por
nosotros mismos, las ganas, y los dos sabemos, empiezan a flaquear. Puede que
estemos al borde del abismo, puede que esta sea la última oportunidad que nos
queda para hacer las cosas bien, para pasar el gran bache que llevamos
soportando tantos meses, un bache continuo en el que siempre se repiten las
mismas cosas.
Este es el momento de decidir si
queremos continuar haciéndonos daño hasta destruirnos e incluso acabar con la
amistad que nos unió en un principio, o bien, llegar hasta lo alto de la cima y
empezar a descender, hacer las cosas bien, poner cada uno lo mejor de su ser,
dar todo lo que se puede dar. No siempre es suficiente con querer, también es necesario demostrar y poder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario