Qué poco me gusta este frío
que hiela hasta el alma, que hace
estornudar
los te quieros como frases sin
sentido.
Qué poco me gusta este invierno
que hiela las manos, que hace que
el calor de un abrazo, sea el
frío de unos labios.
Qué poco me gusta en lo que nos
hemos convertido.
La tecnología llegó a nosotros
y con ella los robots, humanoides
sin sentimientos que se desplazan
aletargados con sus nuevos
iphones
de última generación.
Pero qué poco me gusta, que
mientras te confieso
que nunca he mirado a nadie como
te miro a los ojos,
tenga que ver en ellos el reflejo
de una pantalla
a medio encender mi histeria.
Qué poco me gustan las sonrisas a
medio hacer
al final del vagón, que sólo
quedan en eso,
porque el ser humano, se ha
vuelto estúpido
para entablar una conversación
lejos del confort
que proporciona un teclado.
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