martes, 19 de marzo de 2013

YO, tú, ¿ÉL?


Puedes mirarle con otros ojos, puedes hacerle creer que es el hombre más maravilloso que jamás encontraste. Puedes incluso creértelo tú. Proclamarte loca-feliz-enamorada de sus palabras, de sus tiernos besos, de su deslumbrante risa, de sus firmes manos, de su musculosa espalda, de su encantadora forma de mirar...
Pero siempre vivirás con la cruda realidad de que no es él a quien quieres.
Cámbialo de nombre tantas veces como sea necesario: Julio, Leandro, Alberto, Cristobal, Matt... pero al final siempre será ÉL.
El mismo por el que lo diste todo, el mismo por el que derramaste 1000 lágrimas, el mismo que te invitó a su vida cuando le parecía y, de la misma forma, trastocó la tuya. Durante un tiempo te hizo feliz, te colmó de todo lo que le pediste, pero en algún momento eso dejó de ser suficiente o cambió de parecer, empezaron las riñas fuertes, las discusiones hasta las 6 de la mañana y un día te levantaste y te diste cuenta de que ya nada era igual, tal vez se dio cuenta él y... ¡vuelta a empezar!
Parece un pasaje de "500 días juntos", sin embargo, es la realidad.
Y todo esto, ¿por qué? Todo esto, ¿tiene algún sentido?
¿Es acaso el miedo a la soledad el que te empuja a confiar tu último aliento a una persona que permanezca a tu lado gran parte de tu vida? Aún cuando tienes claro que esa no es la persona que buscabas.
¿Es por el rechazo a una sociedad idealizada en la que cada uno tiene una media naranja con la que compartir todos sus secretos e inquietudes?
¿Por qué no llamamos a eso también amistad? ¡Aaah claro! ¡Eso no es suficiente!
Y es que esto va así, si tienes cuarenta años y eres mujer, eres una pobre solterona desgraciada, si tienes 40 y eres hombre, un vividor. ¡Maldita sociedad machista!
Pues ¿sabes qué? Sí, tú, SOCIEDAD. Esas personas a las que llamamos "ellos", los que dicen esto y lo otro. ¿Sabes cuál es mi principal problema?
Que estoy enamorada... sí... enamorada. Y llevo enamorada desde que tenía 12 años. ¿EL PROBLEMA? Es de alguien que no existe... 
Y eso me impide ser feliz. Mi mayor infelicidad es saber que esa persona no está en ninguna parte y que, aunque pueda refugiarme durante un tiempo entre los brazos de alguien, siempre habrá una parte de mí que quiera volar junto al hombre de mis sueños. Nunca le puse rostro, jamás pensé en sus ojos ni en sus labios, no le vi sonreír en ningún momento. Pero siempre he sabido cómo debía hacerme sentir, las locuras que tenía que hacer por mí... Luchar, luchar es importante porque en el amor todo es locura, libertad, bondad... ¡Ay amigo! Si nunca has aprendido que en el amor todo vale, es que nunca lo has conocido....
Tal vez, tal vez algún día pueda conformarme con abrazar por siempre unos tiernos brazos que sepan arroparme en las noches de invierno, alentar mis sueños, invitarme a bailar entre los acordes del corazón. Tal vez así encuentre la perfección, dándome cuenta que no hace falta que alguien sea perfecto, sino que, simplemente, lo sea para mí.
Pero hasta entonces seguiré buscando un sin sentido, una razón que me mantenga viva, aunque me agobie y me aleje de la realidad. Un ser inexistente que, desde la lejanía, me haga vibrar y temblar como no lo ha hecho aún nadie.

Porque es más fácil pensar en un chico que no existe y ponerle la cara y el cuerpo de alguien que conoces, a darte cuenta de que en realidad buscas algo que jamás encontrarás.

1 comentario:

  1. Tu entrada me a llegado , tienes muchísima razón solemos poner mil caras , refugiarnos en mil besos , en abrazos pero siempre estamos pensando en otro o en que no es como queríamos que fuese no nos paramos a pensar que igual lo que tenemos nos basta y siempre pedimos más que sea aquel chico que ya se fue y si lo hizo seria por algo o quizás ese chico idealizado que no existe

    un saludo!

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