martes, 12 de agosto de 2014

Serendipity

Conocer a una persona es fácil, al menos a simple vista. En este siglo de las comunicaciones, de las redes sociales, comunicarse con gente que está en la otra punta del mundo, no resulta complicado. Pero conocer de verdad a alguien, se está haciendo cada vez más difícil. De ahí que cuando conoces a una persona que crees que merezca la pena, intentes todo por que no se vaya.
Por eso cuando empecé a conocerte, quise saber más de ti. Jamás imaginé encontrar a alguien que compartiera mis mismos gustos y aficiones, alguien con quien pudiera hablar de todo con la mayor franqueza posible, que pudiera mostrarme tal como soy, sin máscaras ni añadidos.
Es complicado dar con alguien de quien te puedas sentir orgulloso, a quien le veas crecer cada día, evolucionar y ser mejor en todos y cada uno de los aspectos de su personalidad y de su vida. Alguien que te fascine tanto que, admirarlo, deje de convertirse en un juego para pasar a ser una ocupación, casi un arte.
No creo en las medias naranjas, es absurdo pensar que somos personas incompletas que necesitamos de otras para existir. Cada uno puede sobrevivir por sus propios medios. Si bien es verdad que hay quien te ayuda a que el camino sea cuesta abajo. El destino me parece otra cosa….
Serendipity… No creo que fuera casualidad que justo me fijara en ti en aquella cola de secretaría y un tiempo después, entraras por la puerta de mi clase como si nada. No creo que sea una casualidad que mis sueños se ajusten como en un puzzle a tu forma de ser, de ver las cosas.
No voy a decir que eres perfecto, entonces nos mentiríamos, y no quiero basar este escrito en una mentira. Ni si quiera voy a fingir que eres perfecto para mí, porque siempre se espera y se quiere más. Pienso ser todo lo clara que pueda ser con estas palabras. Por eso voy a decir que, lo que siento en tus brazos, es lo que imaginé que sentiría al estar enamorada.
Tropezar con alguien como tú cuando yo creía que tenía todo lo que quería, me desconcertó. Cuando irrumpiste con tu camiseta de tirantes y tus vaqueros desgastados, asolaste todo lo que yo creía mundo. Me descubriste otra realidad, que quise descubrir de inmediato.
No siempre fue fácil, sobre todo el principio. ¿Pero no son esas las mejores historias, las que dejan un mejor regusto en la boca? Las historias complejas y que nadie entiende cómo pudieron suceder. En apariencia, somos incompatibles, dos personas diferentes que no podrían encajar en ningún universo. A solas, somos engranajes, uno no funciona sin el otro.
A veces juro no entenderte, nada. Es como si hablaras en un idioma inventado en el momento, eres sumamente bipolar. Tus cambios de humor, al igual que los míos, son abruptos e imprevisibles. Contigo nunca sé qué puede pasar. Y aún así puede que sea eso lo que hace que te quiera seguir conociendo un poco más, lo que me hace querer remontar tu memoria a hace años o interrogarte sobre qué imaginas en el futuro.
Sólo tú has hecho posible que vuelva a la que considero mi segunda patria y sea el viaje más fascinante de la historia. Si no fuera por ti, por tus ganas, por tu apoyo, habría abandonado mucho de los proyectos que he emprendido.
Es verdad que ya no me veo con los mismos ojos, las asperezas de los años han hecho mella en mí y ya no escribo con la misma ilusión que antes. No por nada, simplemente no veo que sea tan buena como antes, creo que esa chispa, esa forma que tenía de vibrar cuando mis dedos empezaban a plasmar mis dudas, miedos, emociones, han perdido su brillo. Sin embargo, tú eres tenaz en todo lo que haces. No paras hasta conseguir tus objetivos, y esa es una de las actitudes que admiro de ti. Por muchas veces que pierdas el rumbo, vuelves a encaminarte una y otra vez hacia el norte. En ese aspecto, quisiera ser mucho más como tú y mucho menos como yo.
Pero ahí estás, siempre que me desmoralizo, que caigo, que lloro, que me hago daño a mí misma hasta acabar con mis propias migajas; para sacarme adelante, para tirar de mí, casi arrastrarme y componer de nuevo mi cuerpo magullado. Nada de lo que he dicho desde que empecé a escribir esta confesión, tendría sentido sin ti. Porque has cambiado mi vida y mi, en algunos aspectos, anclada forma de mirar las cosas.
Yo tenía mi plan de futuro dibujado y estudiado desde los dieciséis años, y al llegar a los dieciocho y ver que nada se ajustaba a mi milimetrado programa, caí en coma. Era un coma mental, yo seguía despierta, pero en otra esfera; y has sido tú quien, poco a poco, me ha ayudado a estabilizar el pulso y abrir los ojos.
Sin tus consejos, tus verdades, a veces dolorosas, bien lo sabes. No podría haber obtenido el impulso que necesitaba para erguirme en la cama del hospital donde me encontraba. Sin tu consuelo, tu fuerte mano, tus profundos abrazos. Nunca podría haberme quitado la bata blanca y azul, tan poco estilizada, y calzarme unos zapatos dignos para emprender un largo viaje.
Sé que me he vuelto más fría, más distante en algunos aspectos. Pero, lejos de lo que puedan pensar los demás, lejos de que se deba a que te quiero menos de lo que he querido a otras personas… Sólo, sólo se debe a que contigo vivo lo que quiero vivir, sin más. Guardo todas las palabras poco a poco en una cajita porque… nunca creo tener las suficientes para que lo que te diga, lo que exprese, cale en ti y te haga sentir lo mismo que siento yo al compartirlas, al vivir cada instante contigo.
Ahora espero que todas estos signos que, en separado no significan nada, al leerlos, como una sopa de letras, encuentres el término correcto para esta definición. No quiero ser más metafórica, por una vez, al final, iré al grano y te diré que, aunque breve, este tiempo ha sido suficiente para saber que una vida contigo, merece la pena vivirla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario