sábado, 29 de noviembre de 2014

Ayer sentí miedo por primera vez

Te vi temblar. En tu ahogo,
Mi llanto, enmudecía de ira.
Creí ver como la niebla te consumía.
Sentí el profundo miedo
De la mano que te arrebata el cielo.

Al verte allí, tumbado,
Sin poder hacer más movimiento
Que el que excedía tu cuerpo,
Nervioso, convulso, postrado.
Deseé ser yo quien estuviera en tu piel,
Liberar tu alma de la peor de las agonías.

Ayer sentí miedo por primera vez.
No aquel que se siente cuando
Ves una película de terror,
Sino del que te deja conmocionado.
El horror de creer que el espíritu,
El alma que me ha hecho sentir viva
Por primera vez, se marchitaba frente a mí.

El pánico se apoderó de mis arterias
Al tocarte el pecho buscando
Un latido, un síntoma de vivacidad,
Y no encontrar aquella campana
Que me devolviera la libertad.

Mi alma se quebró con tu trepidar,
Y de verdad, te lo confieso,
Pensé que después de ti, no habría vida,
Y deseé que acabara contigo.

Sentí un miedo que creí, incluso esperé
Haber superado… Miedo a la muerte,
A los daños de la poderosa
Que arrasa con su espejismo, la vida;
Haciéndonos creer que es eterna,
Y demostrándonos en un instante
Que es tan efímera como la primavera.


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